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La Luz del Duero

El origen de La Luz del Duero se remonta a principios del siglo XX, cuando en 1910, los emigrantes gallegos Serafín Fernández y María Núñez, emprendieron un largo viaje hacia Argentina, donde construyeron una familia criada en el amor a la tierra y sus frutos, principio heredado de sus antepasados.

Allí aportaron su saber hacer como trabajadores jornaleros de siembras, podas y cosechas en suelos cuyas en los que se debían evitar las plantaciones en vaso y apostar por parrales y espalderas y el riego debía ser por manto e inundación, teniendo que canalizar los torrentes imparables de los deshielos de la cordillera de los Andes.

Más adelante, esta generación retorna a la tierra de los abuelos, a esos Pagos que rodean el Castillo de Peñafiel, para poner en práctica el conocimiento y la pasión por el vino heredada y todo lo aprendido junto a las viñas añosas e iniciar así el sueño de producir el famoso Tempranillo y sus excelentes vinos.

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